Almuerzo con un abogado socialista al que me unen treinta años de amistad, coincidencias y discrepancias. De los jesuitas a la Facultad de Derecho, del PSC a las noches en vela, juerga barcelonesa o manuales de Penal y Administrativo. Como su bonhomía es indudable, me duelen algunos reproches: el peligro que tiene lo que hacéis en la COPE, lo agresivos que sois en Libertad Digital.
Le respondo que lo peligroso y lo agresivo son los golpes mediáticos de CNN+, el cómic maniqueo de El Periódico, el sectarismo de la SER, la violenta muchachada de sus socios separatistas y de sus propias juventudes. Media buena fe, así que no nos tratamos como portadores de consignas. Lo importante es que saco algunas conclusiones; en caso contrario, no traería mis almuerzos a estas páginas. No soy Pemán, vive Dios.
Primera conclusión: este socialista, como muchos otros, se avergüenza de algunos de sus dirigentes, reconoce su falta de estatura, sus graves carencias, su espíritu de secta, su pensamiento grupal, la falta de democracia interna en el partido. Segunda: este socialista, como muchos otros, admite en privado la existencia de agujeros de pesadilla en los atentados de Madrid, por mucho que se agarre a las acusaciones de conspiranoia. Tercero: este socialista, como muchos otros, está indignado por la vuelta de ETA-Batasuna a las instituciones, no comprende la permisividad del Gobierno y prefiere el modelo de contraterrorismo acordado en el Pacto por las Libertades.
Es suficiente para mantener vivas algunas esperanzas. Esta no es la España de los treinta, y el entramado humano se impone al esquema ideológico. Ocurre que no están acostumbrados a colocarse a la defensiva, pero así es la vida. A la izquierda le cuesta aceptar que el adversario difunda rápida y eficazmente sus argumentos o saque gente a la calle cuando es preciso. Creían tener la exclusiva de esas cosas y les sienta como un tiro que alguien le haya revelado al PP la fórmula de su medicina.
Habrá palabras muy duras en el año que tenemos por delante. El debate será a cara de perro. Pero de perro muy perro. Ellos lo han querido. Nos jugamos asuntos demasiado importantes, y no sería correcto callarse o achantarse por mucho que un Maquiavelo de todo a cien y su gabinete de iletrados insista en acusar de derecha extrema y crispadora a un PP que está a la izquierda de Sarkozy.
Si se abrazan a la ETA, si quieren cambiar el régimen por la vía de hecho, se encontrarán con la respuesta adecuada: la rebelión cívica y un discurso proporcional a su acometida. Los socialistas incómodos deberían pedir explicaciones, en primera instancia, a sus insensatos dirigentes, en vez de convertirse en cómplices de una infamia. Aunque sea por omisión.